Un monje cisterciense ,fue combatido

no pensar este hombre es bueno y aquél malo

 


 De nuevo preguntó el hermano: «Un hombre castigó a su siervo por una falta que hizo, ¿qué debe decir el siervo?». El anciano le contestó: «Si es un buen siervo, dirá: "He pecado, ten compasión de mi"». El hermano insistió: «¿Nada más?». Y respondió el anciano: «No. En cuanto reconoció su culpa y dijo: "He pecado", su señor se compadecerá de él. El fin de éstos no es juzgar a su prójimo. Cuando la mano del Señor mató a los primogénitos de Egipto, "no había casa donde no hubiese un muerto"». (Ex 12,30). «¿Qué significa esta palabra?», preguntó el hermano. El anciano le dijo: «Si miramos nuestros pecados no veremos los pecados del prójimo. Es estúpido que un hombre que tiene un muerto en su casa, lo abandone para ir a llorar ante el difunto de un vecino. Dar tu vida por el prójimo consiste en cargar con tus pecados y no pensar este hombre es bueno y aquél malo, en no hacer mal a nadie, ni pensar mal de nadie, ni despreciar al que obra mal, ni aprobar al que hace mal al prójimo, ni alegrarte con él. Esto es dar la vida por tu prójimo. Y no reprendas a nadie, antes di: "Dios conoce a cada uno". No obedezcas al detractor ni te alegres con él en su detracción. No obedezcas al que reprende a su prójimo, pues está escrito: "No juzguéis para que no seáis juzgados" (Mt 7,1). No tengas enemistad con ningún hombre ni la conserves en tu corazón. No odies al enemigo de tu prójimo y no consientas en tus enemistades. No desprecies al enemigo de tu prójimo y tendrás paz. Consuélate a ti mismo pensando que el tiempo del esfuerzo es corto y el descanso eterno, gracias al Verbo de Dios. Amén».


Comentarios