su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

un día el espíritu de soberbia le dio de improviso un fuerte asalto


 Lizardo , famoso monje cisterciense ,  que había nacido de padres ilustres , por disposición de Dios  y para que se ejercitase en la humildad , le destinó el superior por mucho tiempo á guardar animales inmundos . Algunos años ocupó tal destino , lo desempeñó como si hubiese nacido para él , edificando a los demás monjes con este grande ejemplo de virtud . Pero un día el espíritu de soberbia le dio de improviso un fuerte asalto , representándole como una cosa la mas indiscreta aquella obediencia , en que se ocupaba tan vilmente , y pintándosela como una mancha no pequeña con que empañaba la nobleza de su nacimiento . 
lo Apretó el demonio , de manera que ya resolvía librarse de ella abandonando el hábito y huyendo del claustro .
 Pero no le olvidó su ángel en tan inminente peligro . Viéndole agitado con turbulentos pensamientos de noche en su pequeña y pobre cama , se le presenta él en forma de un respetable personaje , que haciéndole seña con la mano , con mucha autoridad le mandó le siguiese . Obedeció Lizardo , aunque lleno de temor y espanto . Pasaron la puerta del dormitorio , y la de la iglesia por donde se entraba en el claustro , las cuales se abrieron por sí mismas , con no poco espanto de Lizardo , que no se atrevía á hablar palabra . Mas  comenzó á dar vueltas por entre tumbas , presenció que se abría por sí mismo aquel terreno , a la vista de aquellas calaveras , aquel hedor que despedía aquella podredumbre , hizo tal sensación al pobre Lizardo , que pidió al  ángel que tuviese piedad de él , y lo dejase retirarse . 
Pero á pesar suyo tuvo que pasar adelante , hasta que el celestial guía quiso pararse y entonces fue cuando le reprehendió agriamente su inconstancia . 
También tú , le dijo , serás dentro poco tiempo un puñado de ceniza y un hormiguero de gusanos : mira pues que ganancia sacarás de dar lugar á la soberbia y de volver las espaldas á Dios , por no saber tolerar una imaginaria ignominia , con la cual podrías comprarte una inmarcesible gloria .
 Lloró Lizardo , pidió perdón , y prometió que no pensaría mas en abandonar su vocación . Se serenó entonces el oía : á una nueva seña suya se cerraron las sepulturas , condujo al arrepentido á su habitación , y al llegar á ella desapareció ; se vio favorecido Lizardo con una viva contrición , y con una grande firmeza en observar lo que había propuesto , y en adelante se vio molestado mas del espíritu maligno .
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