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notable la historia que refiere un varon muy erudito , como testigo ocular , que confirma con todo lo dicho . Estando éste en Gandavo , ciudad en Flandes , sentado con otros caballeros en las puertas de las casas de ayuntamiento , llegó un pobre mendigo llorando y gimiendo , con varios mo- dos disimulando su pobreza , diciendo que padecia un accidente muy oculto , que el empacho y ver- güenza no le daba lugar á manifestarlo : compadecidos todos aquellos caballeros , todos le dieron limosna .
Fuése el pobre , y uno de los que estaban pre- sentes le picó la curiosidad de saber el mal que padecia tan oculto aquel pobre ; llamó á un criado suyo y le dijo que siguiese á aquel pobre , y que inquiriese el accidente que padecia .
Llegó el criado , y llamado aparte el pobre , le preguntó con instan- cia que le dijese el mal que padecia ; miróle á la cara , vióle gordo y colorado , LE registró el pecho , los brazos , las piernas ,y todos sus miembros , y todo le pareció estar sano , y le dijo : hermano , yo no veo en tí señal de enfermedad alguna . Ah , señor , respondió el mendigo mi enfermedad es muy grave , y mas oculta de lo que se piensa , porque está metida en las médulas de los huesos , y se va introduciendo por las venas y arterias de todo el cuerpo , de tal forma , que no hay miembro en todo mi cuerpo que pueda entregarse al trabajo : he oido decir que este accidente ó enfermedad se llama pereza y ociosidad . Enfadóse el criado con la respuesta ; fue y refirió á los caballeros lo que pasaba , lo cual celebraron con risa .
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