su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

Los condenados son devorados

 

El deseo es segun san Basilio , un aguijón que traspasa el corazon , y ocasiona una cruel impaciencia y un dolor insoportable  . Esto se puede observar no solamente en los santos y pecadores que están en este mundo , sino también en los condenados que están en el infierno , y en los justos que están en el purgatorio : bien que los unos y los otros son atormentados . de deseos muy diferentes . 

Los condenados son devorados


de un violento deseo de morir , y de ser aniquilados , con la mira de acabar con su ser y con su vida , y con todas sus miserias : pero esta muerte huirá de ellos por toda la eternidad ; pues dice la sagrada Escritura , que el deseo de los pecadores perecerá
 y así este deseo será un inmortal verdugo que devorará el corazon y entrañas sin cesar y sin reposo : los justos al contrario , son atormentados en el purgatorio de un deseo del todo opuesto .

Estas santas almas no desean morir en sus penas , sino vivir eternamente con Dios en la gloria , y suspiran con una santa impaciencia para ir presto á su celestial patria , libradas de su penoso destierro : mas como este deseo no se les cumple , sino que se les dilata , por esto las atormenta grandemente , y crece la grandeza de este tormento por la idea del cielo , para el cual fueron criadas y les está siempre presente ; pero las aflige con mil angustias mortales en la larga duración de su destierro . 

¡ O deseos mayores que todos los deseos ! ¡ O tormentos superiores á todos los tormentos ! En efecto ¿ qué cosa hay mas poderosa para afligir un corazon verdaderamente deseoso de su eterna felicidad , que el saber la descripción que hace san Juan en sus revelaciones , de la belleza de la Iglesia triunfante bajo la figura de la celestial Jerusalén ?

 Este amado Discípulo cuenta que fué trasportado en espíritu sobre un monte alto , desde el cual un ángel le hizo ver la pompa , las riquezas y la magnificencia de esta bienaventurada ciudad : estaba ella toda circuida de la claridad de Dios : tenia un grande y alto muro , en el cual habia doce puertas , tres al oriente , tres al septentrión , tres al medio dia y tres al occidente : este muro tenia doce fundamentos , en los cuales estaban escritos los nombres de los doce apóstoles : la ciudad era de figura cuadrada  y era fabricada de oro purísimo , y semejante à un resplandeciente y purísimo cristal . 

Sus cimientos y sus muros estaban adornados de las mas preciosas piedras que pueda producir la naturaleza , y perfeccionar el arte ; y sus doce puertas estaban compuestas de doce perlas de una belleza y valor inexplicable : además de esto , añade el divino Historiador , esta ciudad no tenia necesidad de ser iluminada del sol , ni de la luna porque el Cordero inmaculado era toda su luz y claridad : sus puertas no se cierran al fin de algún dia , porque allá jamás hay noche , jamas nubes , jamás tinieblas : todos los reyes de Ja tierra y naciones del mundo llevarán allá su gloria y honor para contribuir á hermosearla : ninguna cosa contaminada é inmunda entrará allá y no habrá entrada para alguno de aquellos que cometieron la abominación , ó abrazaron la mentira ; serán sí introducidos aquellos , cuyos nombres están escritos en el libro del Cordero . 

No para aqui su hermosura : continua san Juan y dice que se ve correr por el medio de la ciudad un rio de agua viva y cristalina , que sale del trono de Dios y del Cordero , y que en una y otra parte de las aguas de este rio hay el árbol de la vida que produce en cada mes diferentes frutos , cuyas hojas tienen virtud de sanar los males de todas las naciones : jamas habrá allá anatema , sino que se levantará allí el trono de Dios y del Cordero y todos sus siervos le servirán con su gloria , y sus nombres estarán escritos en sus frentes .

 ¡ Qué pomposo espectáculo contemplar en espíritu sobre la tierra la belleza de esta ciudad de Dios vivo !

 ¡ qué vista tan hermosa y placentera ver en el cielo en calidad de ciudadanos á tantos bienaventurados ! Sí , cada piedra de aquella celestial Jerusalén estará animada del espíritu de Dios , penetrada de su gloria , y encendida en su amor . 

San Pablo , que en su extasis fué levantado á ella , tuvo muchísima razon de decir , que ni ojo vió , ni oreja oyó , ni corazon del hombre apeteció lo que tiene Dios aparejado para el que le ama . Ved aquí , oyentes míos , un breve bosquejo de la belleza de la celestial patria por la cual suspiran las almas del purgatorio : saben por la luz de la fe , que Jesucristo les adquirió con su sangre , el derecho de entrar en ella ; y que después de su destierro serán llamadas á ella . Mas lo creeríais ? todo lo que la fe les enseña y todo lo que se les representa de la belleza del paraíso , no sirve sino para afligirlas mas extremadamente , y hacer sentir mas al vivo la pena , que les causa el deseo de él .

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