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cuántas tentaciones proceden o hay nadie que pueda decir
del demonio y cuantas de nuestro
interior. Pero parece razonable pensar que la mayor parte de las tentaciones proceden de nosotros
mismos. No necesitamos a nadie para ser tentados. Basta la libertad para poder
usarla mal. Basta tener que tomar una decisión en una elección para optar
conscientemente por la decisión errónea. Conscientemente, sin paliativos,
sin poderle echar la culpa a nadie,
más que a nosotros mismos. Es cierto que el demonio tentó a la
primera mujer. Pero sin demonio hubiéramos podido pecar igualmente. La
tentación no necesita del demonio, se basta a sí misma. ¿Si no, quién tentó al
demonio?
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