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La caridad cristiana lleva a abrazar la cruz y llevar el dolor con pe ciencia e, incluso, con alegría, como se ve en la vida de los Santos. Pero, el Budismo odia el dolor y para evitar el dolor, buscan evitar todo deseoh asta el deseo de felicidad.
Notemos también que la compasión budista -que es un mero deseo (no tiene porque ponerse en práctica)se funda en la vaciedad, esto es, en la nada, contrariamente a la caridad teologal, que se funda la plenitud de ser, esto es, en el Ser Subsistente por Sí mismo, que es Dios. En efecto,
como dice el Dalai Lama, «la compasión que debemos poseer en última 591
instancia se deriva de nuestra percepción del vacio»”,
La fundación budista de la compasión en el vacío, no sólo no libera 2 los que sufren sino que obliga a considerar miserables alos felices. En efec
to, para el Dalai Lama, todos los seres humanos somos miserabilísimos e infelices. No importa que millones de cristianos en el mundo vivan el consejo paulino de estar siempre alegres -«Estén siempre alegres» (1 Tes v, 16)-. Tampoco importa que millones de cristianos sean indeciblemente bendecidos por Dios y vivan felices en Dios y den testimonio de esto. No,
al Dalai Lama no le importa.
Para el Dalai Lama, todos somos unos infelices miserables y por eso debemos tener compasión de todas las personas, incluso de las felices puesto que, para el Budismo, ellos son unos desgraciados:
Debemos comenzar a considerar cómo mantener nuestros corazones abiertos hacia aquellos que normalmente envidiaríamos, aquellos que disfrutan de riqueza. Con un reconocimiento cada vez más profundo de qué es el sufrimiento, conocimiento este que se obtiene en nuestras sesiones de meditación.
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