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sor maria de Jesus de agreda dice: Estaba delante esta Reina cuando el altísimo Señor me dijo estas palabras y no se dedignó la divina Princesa de admitir el oficio que Su Majestad le daba. lo Aceptó benignamente y me dijo: Hija mía, quiero que seas mi discípula y compañera. Yo seré tu maestra. Pero advierte que me has de obedecer con fortaleza y desde este día no se ha de reconocer en ti resabio de hija de Adán. Mi vida y las obras de mi peregrinación y las maravillas que obró el brazo poderoso del Altísimo conmigo, han de ser tu espejo y arancel de tu vida.—me Postré ante este real trono del Rey y Reina del universo y ofrecí obedecer en todo; y di gracias al Muy Alto por el beneficio que me hacía, tan sobre mis méritos, de darme tal amparo y guía. }
Renové en sus manos los votos y ofrecí de nuevo
obedecerla y cooperar con todas mis fuerzas a la enmienda de mi vida.me Díjo el Señor: Advierte y mira.—lo Híce, y vi
una escala de muchas gradas, hermosísima, y con grande número de ángeles que la
asistían y otros descendían y subían por ella. Y me díjo Su Majestad: Esta es
aquella escala de Jacob misteriosa (Génesis 28, 12), que es casa de Dios y
puerta del cielo . si te dispusieres y tu vida fuere tal que no hallen
reprensión mis ojos, subirás a mí por ella.
Esta promesa incitaba mi deseo, fervorizaba mi voluntad y suspendía mi espíritu, y con muchas lágrimas me quejaba de ser yo misma grave para mí (Job 7, 20) y pesada. Suspiraba por el fin de mi cautividad y por llegar adonde no hay óbice que pueda impedir el amor. Y con estas ansias gasté algunos días, procurando perfeccionar mi vida, confesándome generalmente de nuevo y reformando algunas imperfecciones; y siempre se continuaba la vista de la escala, pero no entendía su interpretación. Hice muchas promesas al Señor, proponiendo de nuevo apartarme de todo lo terreno y tener libre mi voluntad para sólo amarle, sin dejarla inclinar a cosa alguna, aunque fuese pequeña y sin sospecha; repudié y negué todo lo fabuloso y visible. Y pasados algunos días en estos afectos y disposición, el Altísimo me declaró cómo aquella escala era la vida de la santísima Virgen, sus virtudes y sacramentos. Y Su Majestad me dijo: Quiero, esposa mía, subas por esta escala de Jacob y entres por esta puerta del cielo a conocer mis atributos y contemplar mi divinidad; sube, pues, y camina, sube por ella a mí. Estos ángeles que la asisten y acompañan son los que yo dediqué para su guarda y defensa y guarnición de esta ciudad de Sión; atiende y, meditando estas virtudes, trabaja por imitarlas.—
Para dejar
advertido y declarado en lo restante de esta obra el modo con que me manifiesta
el Señor estas maravillas, ha parecido conveniente poner en el principio de
este capítulo, donde lo daré a entender como pudiere y me fuere concedido.
Después que
tengo uso de razón, he sentido un beneficio del Señor, que le juzgo por el
mayor de los que su liberal mano me ha hecho, y es haberme dado Su Alteza un
temor íntimo y grande de perderle; y éste me ha provocado y movido a desear lo
mejor y más seguro y siempre a obrarlo y pedirlo al Altísimo, que ha
crucificado mis carnes con esta flecha , porque temí sus juicios y siempre vivo
con este pavor, si perderé la amistad del Todopoderoso y si estoy en ella. Mi
pan de día y de noche ha sido las lágrimas que me causaba esta solicitud, de la cual me
ha nacido en estos últimos tiempos que corren —cuando los discípulos del Señor
que profesan su virtud, es menester sean de los ocultos y que no se
manifiesten— el hacer grandes peticiones a Dios y solicitar la intercesión de
la Reina y Virgen pura, suplicándole con todo mi corazón me guíe y encamine por
un camino recto, oculto a los ojos de los hombres.
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