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el señor Don Cristóbal de Rojas y Sandoval, Arzobispo de Sevilla, a quien le ocurrió a él mismo, siendo estudiante en la Universidad de Lovaina, tenía la costumbre de dar limosna diariamente por las almas del Purgatorio, a las cuales era muy devoto.
Sucedió un día que, al faltarle el dinero tanto para dar limosna como para su sustento ordinario, y al no atreverse a pedir prestado a sus amigos, se encontró una hora después del mediodía sin haber comido.
En ese preciso momento, le pidieron limosna para las almas, lo cual le causó aflicción al no tener con qué darles. Con esta aflicción, le sobrevino un agudo sentimiento de cavilaciones, decidido a dar a las almas limosna espiritual mediante sus oraciones.
Rogando a Dios por ellas, ya que no podía temporal. Acabada su oración, le apareció un caballero de aspecto muy elegante, vestido como un pasajero. Contaba que cuando lo vio, le sobrecogió un temblor y se le erizaron los cabellos, como suele suceder al ver visiones del más allá. Este caballero le dio noticias del Marqués un marques que estaba buscándolo, se fue a verlo y cuando llego se encontró con un castillo asombroso muy lujoso.
Lo invitó a comer, lo llevó a una posada y después de que el mencionado pasajero hubo comido, le entregó una buena cantidad de escudos de oro en la mano.
Le dijo que los aceptara, y que los pagar con misas por escribiendo su nombre en un papel.
Después de despedirse, fue a preguntar quien era el hombre escrito en el papel y resulta que ers el mismo marques que le habia entregado los ducados.
y cuando volvió al castillo ,estaba abandonado y descuidado
Así que entendió que era el alma del marques, que hace tiempo habia fallecido. . Este relato lo narra el mencionado padre en su libro impreso en el año mil seiscientos, autorizado con licencia y privilegio del Papa Clemente VIII.
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