su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

El unicornio y los monjes

 


Fray Juan de Espira comenzó una misión de santa obediencia en España con un novicio. Mientras pasaban por un monte, el monje vio a unos unicornios, pero Fray Juan se dio cuenta de que no eran unicornios; eran demonios con diversas formas y figuras de animales silvestres que bramaban espantosamente. Cuando los demonios vieron a los frailes, empezaron a seguirlos adoptando las formas de unicornios.


Cuando el novicio intentó tocar a uno de los supuestos unicornios, Fray Juan le advirtió que eran espíritus inmundos. Uno de los demonios preguntó: "¿Quiénes son estos, quiénes son estos que han osado llegar aquí?" Los frailes hicieron la señal de la cruz varias veces sobre sí mismos y salieron del monte. A pesar de los intentos de los demonios de hacerles daño, al ser descubiertos y vencidos por los frailes, retrocedieron.


Cuando los frailes dejaron atrás la mayor parte del monte, llegaron a un paso de mayor peligro. El camino descendía por la ladera de un profundo valle, estrecho y acompañado de altos riscos. En este estrecho paso, un demonio con la forma de una horrible cabra, cubierto de largo cabello y orejas, de gran tamaño, se lanzó contra los frailes. Fray Juan, al ver esto, exclamó: "Vade retro Satanás; porque por la virtud de nuestro Señor Jesucristo, ninguna cosa puedes hacer contra nosotros. Y te digo más, el lugar que perdiste en tu caída, porque con la ayuda de nuestro Señor Jesucristo, fuiste vencido por mí." Al escuchar esto, el demonio, confuso y vencido, desapareció. Los frailes, agradecidos a nuestro Señor por librarlos de tan poderosos enemigos, regresaron a su monasterio con alegría espiritual.

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