su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

Dios mío, os pido humildemente perdón por tantos pecados que he cometido

 



Según la doctrina de los Santos, uno de los principales medios para vivir de manera cristiana y ejemplar es la modestia en la mirada. Así como nada es más adecuado que esta modestia para conservar la piedad en el alma y edificar al prójimo, tampoco hay nada que conduzca más al relajamiento y escandalice tanto como el defecto contrario (Rodríguez). La modestia de San Bernardino era tal que con solo su presencia lograba corregir los modales incluso de los más descompuestos de sus compañeros. Basta con decir "Bernardino viene" para que en ese mismo momento todos guardaran el mayor decoro.

Cuando el Papa Inocencio II, acompañado de muchos cardenales, visitó el monasterio de Claraval, donde en ese momento San Bernardo era abad, la modestia del Santo y de los religiosos que se presentaron al Papa fue tan admirable que dejó asombrados a la mayoría de los testigos de ese evento. Al preguntarle a la bienaventurada Clara de Monte Falcó por qué nunca miraba a la cara de la persona con la que hablaba, ella respondió: "¿De qué sirve mirar a la cara de la persona con la que se habla, si no se habla más que con la lengua? Los ojos de David no habrían derramado tantas lágrimas si se hubiera mortificado en sus miradas".

Dios mío, os pido humildemente perdón por tantos pecados que he cometido a través de esta lengua que me disteis para bendeciros. Deseo mortificarme hablando poco y nunca hablando de mí mismo sin necesidad, ni diciendo nada que vaya en contra de la caridad, verdad y modestia, exhortando siempre a mi prójimo a amaros.

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