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San Salvio vio una hermosa luz en el aposento; y al momento de salir el alma de su cuerpo, tembló todo el edificio.
Lo pusieron en las andas fúnebres; donde estuvo hasta el siguiente día.
Al romper la luz del alba en la mañana, comenzaron a moverse las andas, con terror de los circunstantes.
Se acercaron al cuerpo, y encontraron con vida al que lloraban difunto. Quejándose de su poca fuerza, porque la Divina Majestad le había mandado volver al penoso destierro del mundo, y su alma a la tenebrosa cárcel del cuerpo. Se levantó, y estuvo sin comer tres días. Declaró, a persuasión de sus discípulos, que cuando la celda tembló, llevaron dos ángeles su alma al Cielo. Allí oyó una voz, que dijo: "vuelve Salvio a vida mortal". Y que en ese momento los dos ángeles devolvieron su alma al cuerpo, y resucitó: vivió diez años en la tierra glorificando a Dios. Véase cómo al Santo Obispo asistieron dos Ángeles Custodios.
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