el desdichado de mi sobrino con cadenas de fuego,

los pecados que no pasan los límites de veniales, no hay obligación de confesarlos; así que si uno ha cometido pecados veniales y mortales, y confiesa los mortales dejando los veniales, ya sea por descuido en el examen o porque no quiere confesarlos, esta será una buena confesión y no es obstáculo .

para ello el haber dejado los veniales; pero estos veniales en este caso no quedan perdonados; y para obtener el perdón de ellos es necesario confesarlos o valerse de los otros medios que tiene la Iglesia, y si no, se pagarán en el Purgatorio.

 Los que obran con esta duda, oigan el siguiente ejemplo que refiere San Cirilo (en la vida de San Jerónimo): "Faltaron —dice— a un sobrino mío sus padres, crié yo con amor y cuidado; llegó a tener tan excelentes prendas que se llevaba los ojos de todos. Murió a los dieciocho años y deseado saber el estado de su alma, estando un día en la oración, sentí un olor intolerable y se me apareció el desdichado de mi sobrino con cadenas de fuego, saliendo de él volcanes de llamas con tan horrible figura que me faltaron las fuerzas. Acudí a Dios y, dándome ánimo, le pregunté si era mi sobrino, a lo que me respondió con tales llantos que bastaba para quebrantar los más duros diamantes: 'Yo soy tu sobrino, y ojalá nunca lo fuera, ni hubiera tenido ser, por no verme condenado a las llamas del Infierno'. 

Le pregunté por qué te condenó el justo Juez, pues resplandecías en tantas virtudes en vida? Respondió: no por otra cosa sino por deleitarme mucho en los juegos y dudando de si era pecado mortal, perdí el tiempo y la hacienda, haciéndolo perder a otros, y por no privarme de aquel gusto atropellaba con la duda, y de esto no me desvelaba. Dicho esto desapareció, dejando tan insoportable olor por muchos días que no se podía entrar en el aposento. ¿Quién no pondera bien este suceso? Porque juzgar a un mozo de tal edad, calidad y hacienda no parece pecado mortal ni es muy reprehensible, y con todo eso, por la duda con que obraba, de si era. Digo lo tercero, que hay otros pecados de los que suele haber duda si son mortales o veniales, y con esta duda se atropella y se cometen; estos se deben confesar, y el penitente debe preguntarlo, saliendo de la duda, porque estamos obligados a no obrar con conciencia dudosa de pecado mortal. De muchas cosas dudan algunos si son pecado mortal, y con la fuerza de la pasión se atropella por la duda. ¿Qué no será pecado mortal (dicen)? Nada importa esto. Ello es meternos en el escrúpulo.