su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

En la Eucaristía reconocían el momento máximo de la presencia de Jesús



  Los seguidores de Jesús empezaron a reunirse después de su resurrección, y descubrieron que en aquella reunión Jesús se hacía presente en medio de ellos y les llenaba con su mismo Espíritu. Y entendieron que la comunidad, la Iglesia, el “grupo convocado”, la “congregación” (iglesia, ekklesía en griego, viene de la palabra ekkaleo, que significa llamar; la ekklesía es la gente que ha sido llamada, la asamblea convocada) no era sólo un conjunto de personas que se reunían para darse apoyo mutuo para vivir la fe y el seguimiento de Jesús, sino que era la agrupacion de personas que el Espíritu de Jesús reunía y en el que se encontraba su presencia y su fuerza de salvación. 

dentro de esta Iglesia había un momento central, un momento en el que se reconocía de un modo especial esta presencia de Jesús y la fuerza de su Espíritu. Ya lo hemos visto antes: era el momento de la Eucaristía. También había otro momento especial en que se reconocía esta presencia, y era el momento enel que se entraba a formar parte de la comunidad y se recibía la condición de hijo de Dios: era el momento del Bautismo. Y luego, poco a poco, la comunidad se fue concienciando de la importancia también de otros momentos relevantes, hasta constituir la lista de los siete sacramentos como ahora los conocemos. Pero en cualquier caso, el momento permanente, que se iba repitiendo y ritmaba el camino de la vida comunitaria, era la Eucaristía. 


En la Eucaristía reconocían el momento máximo de la presencia de Jesús, el momento máximo de la acción del Espíritu. La fe, así, dejaba de ser sólo una idea o un sentimiento, y se convertía en una acción simbólica, con toda la potencia humana de los símbolos, y con una potencia nueva, no sólo humana: la potencia de Jesús presente en medio de sus seguidores a través de unos elementos sensibles y palpables: una reunión, un clima de oración y de reflexión, unas palabras evocadoras, un pan y un vino para ser comido y bebido, una invitación a proseguir el camino.


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