su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

Haced cuanto podáis por las Almas,



"A vosotros digo, Reverendos Sacerdotes, que sois los Tesoreros del Erario de los merecimientos de Cristo. Haced cuanto podáis por las Almas, por la Sangre del mismo Señor que ofrecéis incruentamente. 

Al menos, cada semana decid una Misa para alivio de sus penas. Si os parece mucho, háganlo cada mes. No seáis descuidados con vuestros hermanos, cuyas quejas pueden llegar al Cielo, y el Supremo Juez, enojado por vuestra negligencia, podría castigarla con aquel fuego abrazador. 

Pero toda esta fórmula que está dispuesta para los Sacerdotes, pueden muy bien guardarla los legos, en especial los que tienen devoción de ayudar y oír muchas Misas; oigan el fruto de ello en este caso. Ciertamente, Japón, anciano de mucha piedad, no se apartaba de la Iglesia hasta que no estuvieran acabadas todas las Misas. Sucedió que habiendo muerto santísimamente, una noche al primer sueño, una nieta suya comenzó a dar vueltas.

Luego acudieron los de la casa con agua bendita, y haciendo oración que el que hablaba era el abuelo muerto, que se valió de la lengua de la nieta como de instrumento, para dar las gracias debidas, por las misas que por su alma se habían oído, cuyo socorro le fue de gran utilidad para salir de aquellas penas. 

 Si con tanta facilidad puedes apagar los incendios en que están sepultadas aquellas almas, haya en tu corazón alguna centella de caridad, y aplica este Santo Sacrificio, y ellas agradecidas moverán los corazones de los mortales, para que usen la misma piedad contigo, y con una acción harás tu negocio, y a ellas les darás el alivio que desean. 

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