su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

Martirio, japon el 22 de mayo de 1617

 


el 22 de mayo de 16. Estaban en Nagasaki cuando, para escapar de D. Miguel, apóstata príncipe de Omura, que hacía buscar por todas partes a los ministros del Evangelio para condenarlos a muerte, tuvieron que salir de la ciudad. El primero fue a ocultarse en los campos inmediatos, y el otro se fue a las islas de Goto, que hacía tiempo estaban confiadas a su ministerio. Apenas el Padre Pedro llegó a Kikitsu, un lugar pequeño de Iki, cuando cayó en manos de un espía que simulaba buscar un sacerdote que asistiese a un apóstata arrepentido. El buen Padre, sin sospechar cosa alguna, se dio a conocer; los guardias que estaban sobre las armas lo prendieron al momento, lo condujeron a Omura y de allí a una de las prisiones de Kori. El Padre Juan Bautista, después de haber escapado Aquí tienes el el naufragio, llegó el 21 de abril a una de las islas de Goto. Al día siguiente, después de haber celebrado el Santo Sacrificio, se dispuso a escuchar las confesiones, cuando un cristiano conocido suyo, engañado por traidores en quienes no desconfiaba, vino a preguntarle si podía descubrirlos a esos hombres que, según decían, buscaban un confesor que reconciliara a un cristiano moribundo. 

El santo religioso, ofreciendo interiormente a Dios el sacrificio de su vida, respondió: "Sí, diles que soy sacerdote; esto puede ser traición, pero no importa; sacrifiquemos nuestra vida antes que faltar a nuestros deberes". En ese momento, uno de aquellos miserables entra en la casa, observa atentamente al misionero y corre a denunciarlo ante el gobernador. Este poco después lo sorprende en el acto de absolver a un penitente y lo prende como prisionero del príncipe de Omura, por haber permanecido en Japón para predicar la ley cristiana, contra las órdenes del emperador. Los soldados se apoderaron de él y de su catequista, Leon Tanaca, los embarcaron en un barco pequeño, se dirigieron a Cori, donde llegaron después de tres días de navegación, y llevaron a sus cautivos a la misma cárcel donde ya estaba preso el Padre Pedro de la Asunción. Como entraron de noche y con gran ruido de soldados y armas, el Padre Pedro creyó que lo llevaban al suplicio, por lo que se hincó para ofrecer a Dios el sacrificio de su vida; pero luego de ver entrar al Padre Juan Bautista, su amigo, se levantó: los dos confesores de la fe se abrazaron con ternura y, por respeto, quisieron besarse mutuamente los pies. La vida que llevaron estos dos santos religiosos desde el 29 de abril hasta el 22 de mayo, día en que recibieron la corona del martirio.

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