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nuestro padre Ignacio, vio pasar a un hombre por la calle con tanta tristeza, que reconoció qué su compañero estaba fatigado del espíritu de desesperación, dónde se veía una sombra negra detrás de el y dijo a su compañero: 'Vei aquel hombre?ve tras él dondequiera que vaya, y trata de hablar con el que ,yo voy luego tras vosotros; y entretanto confortalo.
Hizo lo así, y le dijo: '¿A dónde vais, hermano mío?' El respondió: 'Son tantos los males de esta vida, que valdría más acabarla, que estar en ella.'
Ciertamente hay solución, dijo el compañero de Ignacio, Y saliendo de la ciudad consolando este hombre triste.se sentaron en un prado para aguardar al padre Ignacio que venía tras ellos, y cuando llego se sentó con ellos, y les preguntó qué hacían allí. Respondió su compañero quejándose de los males y trabajos de esta vida.
Entonces Ignacio con blandas palabras les puso delante de los ojos el poco fruto que tiene la desconfianza, y cuánto mejor sería invocar a Dios, y esperar en su misericordia; y como ama Dios a todas sus criaturas, especialmente al hombre por quien tomó nuestra naturaleza, y murió por todos, hasta que persuadió a su compañero se de arrepintio de su desconfianza. Entonces dijo el compañero de Ignacio al hombre enfermo: '¿Qué os parece a vos, hermano este consejo?
Respondió el hombre: 'A mí también me parece qué Díos es bueno por qué ustedes son saber mi tristeza me consolaron mismo, y de esta manera se volvió a la ciudad con gran consuelo.
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