su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

le mostró una corona de siete estrellas que bajaban del cielo.

 

Aunque las penas del purgatorio algunas veces se acaban, hay algunas más fuertes que las del infierno, aunque sean perpetuas. San Gregorio menciona que, como Dios tenía a un siervo suyo en la cama con muchos dolores, rogaba cada día a Dios que lo librara de esa vida.

 Un día se le apareció el Ángel del Señor y le dijo: "El Señor te da a escoger, ¿o padeces lo que padeces hasta la muerte, o estás un día en el purgatorio?" El santo respondió: "Llévame luego al purgatorio." El Ángel lo llevó al purgatorio, donde estuvo una hora penando, y después volvió a aparecer.

 El que estaba en las penas dijo: "¿Por qué me engañaste, diciendo que no estaría más de veinticuatro horas y hace mil años que me tienes aquí?" El Ángel respondió: "La grandeza de las penas te ha hecho Parecer que has estado mil años, pero hago saber que solo ha pasado una hora desde que estás aquí." Y le mostró su cuerpo, que aún no habían amortajado ni enterrado. Por tanto, el Señor dice que elija entre las veintitrés horas que le faltan aquí o que vuelva a su cama a padecer como antes. El santo respondió: "Devuélveme a mis antiguos trabajos y sácame de aquí." Y este santo relató la grandeza de las penas del purgatorio.

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