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Maravillosas doctrinas son las referidas; pero atención pido a la del Santo Arzobispo de San Antonio, Florencia. Propone la continua batalla que se da entre el Ángel Custodio y el adversario dentro de nosotros.
Oigamos de sus palabras: En la guerra espiritual que hacemos contra los demonios, o por decirlo mejor, contra nosotros mismos (para vencer nuestras propias pasiones y rendir la sensualidad), de muchos modos nos favorecen los Ángeles y llevan al triunfo de la victoria a los que admiten bien sus socorros. Esto insinúa San Juan en su capítulo 12 del Apocalipsis, diciendo: Fue hecho un gran combate en el cielo: Miguel luchaba contra el dragón, y sus ángeles.
No reparando ahora, en aquel valeroso batallón tan celebrado, que se dieron San Miguel, General de los Santos Ángeles, y el dragón, Príncipe de los demonios que cayó en el Cielo Empíreo, veamos la escaramuza que se trae entre ellos cada día, en el Cielo de la Iglesia militante en general o en el ciclo de cualquier alma en particular.
El dragón, llamado Satanás, con sus soldados, anda por el campo de la sensualidad, dando frecuentes carreras hasta la fortaleza de la razón. Está afectando, como dice San Gregorio, las complejiones de los hombres y sus inclinaciones, de donde se colige a qué vicios se sujetarán primero, para dar asalto por la parte más débil a la fortaleza del alma y rendir su consentimiento: a los sanguíneos ataca con los gozos vanos del mundo; a los lascivos, con deshonestidades; a los que se dejan llevar por la ira, con injurias; a los flemáticos.."
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