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Santa Brígida vio en una visión cómo un demonio presentó el alma de un difunto ante el tribunal de Dios. El demonio argumentó que, junto con el ángel guardián del alma, había seguido al difunto desde su nacimiento, intentando hacerle daño mientras el ángel intentaba protegerlo. Afirmó que el alma había caído en sus manos debido a sus numerosos pecados, superando sus buenas obras.
El demonio presentó un libro titulado "Desobediencia", que contenía siete libros menores, cada uno con tres columnas de más de mil palabras cada una. El primer libro era "Soberbia", con columnas sobre orgullo espiritual, bienes materiales, y apariencia física. El segundo libro, "Codicia", detallaba el deseo injusto del cielo, la ambición material y el deseo de reconocimiento mundano. El tercero, "Envidia", hablaba de la envidia oculta, la adquisición injusta de bienes y el daño causado al prójimo. El cuarto libro, "Avaricia", cubría la retención de consejos útiles, la falta de pacificación y consuelo, y la avaricia en bienes materiales. Finalmente, el quinto libro, "Pereza", detallaba la negligencia en cumplir los mandamientos, la falta de reflexión espiritual y el deleite en placeres mundanos.
La tercera columna es porque fué perezoso de boca, esto es, en orar y en hablar lo que era de provecho a los otros y en honra tuya; pero era muy aficionado a palabras chocarreras. Cuántas palabras hay en estas columnas, y cuán innunerables son, tú sólo lo sabes.
El sexto libro es la ira, y tiene tres columnas. La primera, porque irritábase con su prójimo por cosas que no le interesaban. La segunda columna es, porque con su ira dañó de obra a su prójimo, y a veces por ira destrozaba sus cosas. La tercera es, porque por ira molestaba a su prójimo.
El séptimo libro era su sensualidad, y tiene también tres columnas. La primera es, porque de una manera indebida y desordenada deleitábase carnalmente; pues aunqe era casado, y no se mezclaba con otras mujeres, con todo pecó impúdicamente de un modo ilícito con ademanes, con palabras y obras inconvenientes. La segunda columna es, porque era demasiado atrevido en hablar, y no sólo estimulaba a su mujer a hablar con libertad, sino que muchas veces con sus palabras atrajo también a otros, para que oyesen y pensasen liviandades. La tercera columna es, porque mantenía su cuerpo con excesiva delicadeza, haciendo preparar para sí en abundancia las más exquisitas viandas para mayor placer de su cuerpo, y para que los hombres lo alabasen y lo apellidasen espléndido.
Mas de mil palabras hay en estas columnas, porque se sentaba a la mesa más despacio de lo justo, sin considerar la pérdida del tiempo; hablaba muchas cosas inoportunas, y comía más de lo que pedía la naturaleza. Aquí tienes, oh Juez, todo mi libro: adjudícame, pues, esa alma.
El demonio concluyó pidiendo justicia divina, revelando así su malicia y la bondad del juez divino.
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