su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

GRITOS DE UN PADRE CONDENADO POR RAZÓN DE SUS HIJOS



"Castiga a tu hijo mientras es infante, no sea que se endurezca y no te crea, y sea para ti dolor del alma." - Eclesiástico 50:12.

Oíd padres, lo que advierte un padre condenado al infierno diciendo lo siguiente;

 oídme a mí, que padezco ya lo amenazado. Si no enfrenáis, dice, a los hijos desde niños causarán dolor a vuestra alma. Los hijos, mientras pequeños, son dolor de cabeza para sus padres, y mientras grandes, dolor de corazón ; solo faltaba que después fuesen dolor de su alma, y esto que faltaba pone el tema: . El alma siente tanto, que por ella siente todo lo que siente el cuerpo. Pues si el alma es la razón por la que sientes las demás partes, ¿cuánto sentirá la misma alma?

 Más aún aquí, que mientras está separada, el dolor se imprime en ella sola y no se reparte entre alma y cuerpo como en este mundo, donde primero recibe el golpe la carne y luego el espíritu, y con eso llega ya cansado el impulso; pero aquí el mismo dolor, inmediatamente sin óbice que lo mengüe, llega al alma, hiere al alma y taladra al alma: "et erit tibi dolor animæ". Nada he dicho de este dolor, y menos podéis entender de lo que es en sí, porque habéis de hacer el concepto por las especies que recibís por los sentidos; y aunque el mundo es una oficina trágica de penas, ninguna ni todas juntas pueden representar la más mínima que causa este dolor, y así, en falta de imagen posible, supla una nueva suposición de la imposible, que es la siguiente.


El dolor, según los médicos, es efecto de la división de partes unidas; y cuanto más fuerte es la unión, más fuerte es el dolor que causa su división: razón por la cual duele más la herida en un nervio que en una vena. El alma, como sabéis, es tan indivisible que ni aun Dios puede dividirla. Suponed, pues, el imposible de que esta alma pudiera romperse por medio, ¿qué dolor causaría cuando se rasgara en dos partes? Parece que había de ser el más intenso que se puede imaginar; porque si el dolor es más grande al paso que se divide lo que está más unido, y el espíritu es indivisible, si se despedazara en dos trozos sería una pena y un dolor sobre cuanto se puede padecer y se puede idear. Figuraos, pues, que el dolor que padezco es tan horrible como este lo sería: aquel duraría solo el instante de la fracción, y el mío dura todos los instantes y con la misma fuerza, sin que haya punto en que calme, siempre está en su crecimiento, siempre, siempre, siempre.

Para mi mayor despecho (¡ay de mí!) veo que paso estas penas no por gusto que me tomé y me di como otros condenados, sino por los gustos que permití y no castigué a mis hijos. ¿Qué locura es comparable a esta locura? Pude, con educarlos bien, librar de este doloroso fuego a mi alma y estar en eternas delicias:  (Proverbios 25:14); y fui tan insensato que quise, por no enseñar a mi hijo, reprenderle y castigarle, privar a mi alma y la suya de la gloria, y arrojar su alma y la mía a los infiernos.¿

Ya viviendo conocía mi omisión y aun procuré enmendarla, pero tarde; porque no fue desde cuando dice el tema, que es desde cuando aun no saben hablar; y es la razón, porque desde entonces tienen ya pasiones como lo dice la experiencia: tienen ira, pues se enojan; tienen envidia, pues no sufren a su vista que acaricien a otra criatura; tienen venganza, pues se acallan con herir a quien les hizo mal; y en fin, otros apetitos, que mientras no pueden con la voz, explican con el llanto; y como entonces se les cumplen estos deseos, o por darles gusto o porque no lloren, cobra la naturaleza esa posesión, para que cuando grandes apetezcan y cumplan cuanto apetecen. ¿Quién creerá que de causas tan leves resulten después efectos tan graves? Y que se evitarían los de en adelante, si se evitasen los de ahora. Esto, aunque no lo dijese Dios en el tema, lo dictaba la razón; porque si no les cumplieran aquellos deseos en la menor edad, ni tendrían otros en la edad mayor, y aunque los tuvieran no aspirarían con tan empeñada fuerza a su cumplimiento.

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