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en la Ciudad de Milán, se hallaba un enfermo cuya Madre se levantó a medianoche, para darle una bebida, cuando de repente vio una horrible sombra de un difunto.se Turbaron los circunstantes, con vista tan espantable, dijo la sombra: no os espantéis, habéis de saber, que yo fui antiguamente el dueño de esta casa, y vengo para castigar con una calamidad los campos de mis hijos, que por haberse descuidado de aliviar mis penas, pagarán su merecido, y si no dejan este olvido es cierto, que perecerán todos con sus haciendas, como puede ser.
Y dijo la Madre: si han pasado once años después de tu muerte, y siempre he rogado por tu alma. Respondió la sombra: tiempo ha que hubiera salido de aquellas llamas, si mis hijos hubieran puesto por ejecución las mandas que dejé, pero castigó Dios su descuido, enviando una grande tempestad que taló todos sus campos, y los vuestros, aunque vecinos, no les alcanzó, y este favor le mereciste en premio de la mucha concordia, y amor que habéis tenido con vuestra Madre. Este Sermón predicó el difunto. Abrid los ojos, los que a beneficio de herencias vivís en este mundo con fausto, acordaos, que vais envueltos en muchos peligros, si no ejecutáis las mandas de los que testaron, y no está puesto en razón, que el otro se esté abrazando, y vosotros buscando las delicias de este mundo.
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