su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

Santísima Virgen, dice San Bernardo, porque ella es la estrella que brilla


Este nombre augusto y dulcísimo, "Maria" el más grande después del de Jesús, que fue sacado por Dios del tesoro de su Divinidad para darlo expresamente a su querida Madre, en expresión del Damiano, significa según San Ambrosio, "Dios es de mi familia" o "de mi parentela", y en hebreo significa "estrella del mar": nombre conveniente a la Santísima Virgen, dice San Bernardo, porque ella es la estrella que brilla y resplandece sobre el mar tempestuoso del mundo.

Nombre admirable! ¡Nombre digno de ser pronunciado con el mayor respeto y la más profunda veneración! El nombre augusto de María formó siempre las delicias de las almas justas y es, en todo tiempo, un bálsamo de consuelo para los miserables pecadores. ¿Por qué lo invocan los navegantes cuando ven el mar agitado por encrespadas olas? ¿Por qué lo pronuncia el atribulado y el enfermo? ¿Por qué corren las gentes en tropel a los santuarios que llevan el nombre de María? Es muy sencillo: porque este dulcísimo nombre es una fuente de salud para el mortal.

Con razón, pues, un historiador de la Santísima Virgen dice que su nombre encierra un encanto poderoso y de tan maravillosa dulzura, que solo con pronunciarlo se enternece el corazón y solo con escribirlo se anima el estilo. Séanos permitido un corto desahogo a los afectos de nuestro corazón, toda vez que nuestra lengua desea bendecir un nombre por el cual el mundo es colmado de bendiciones. San Efren dice que María es verdaderamente la estrella del cielo que nos ilumina en nuestras tinieblas, y esta es una verdad que se demuestra cada día: ¿quién ha invocado con fe ese nombre augusto que, después del de su Santísimo Hijo, forma nuestras esperanzas, que no haya experimentado los más maravillosos efectos?

¿Quién se dirigió a Dios invocando e interponiendo el nombre de María, que no consiguiese el objeto de sus súplicas? No me admira que, entusiasmado, San Anselmo, al cantar las glorias de este nombre augusto, afirme que muchas veces se consigue la gracia y la misericordia con más prontitud invocando el nombre de María que invocando el de Jesús, pues comprendo muy bien la razón en que se funda para expresarse de este modo; porque si muchas veces, a causa de nuestros pecados, tardaría el Señor en concedernos la gracia y la misericordia que le suplicamos, adelanta a efectuarlo si intercede María. ¡Verdad consoladora que alienta nuestra esperanza y aviva el fuego de nuestra caridad.

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