Un monje cisterciense ,fue combatido

veía al demonio de la gula acechando en los monasterios,



San Bernardo, un hombre de gran virtud y fervor religioso, tenía una visión clara del peligro que representaban los vicios para los hombres de fe. En su sabiduría, veía cómo el demonio de la gula era uno de los más insidiosos y peligrosos. En sus meditaciones y enseñanzas, a menudo advertía a los monjes sobre los riesgos de sucumbir a este vicio.

Recordaba siempre la advertencia del gran Padre San Basilio, quien en su homilía sobre el Paraíso afirmaba: "Dadme un hombre bien comido y bien bebido, que yo os le daré fácil en pecar; no tengáis miedo, que no se resistirá mucho al enemigo". San Bernardo veía esta verdad reflejada en los monjes que, tentados por la gula, se encontraban más proclives a caer en otros pecados.

El relato bíblico de Daniel y sus compañeros servía como un recordatorio para San Bernardo. Cuando Nabucodonosor mandó que le criasen algunos mancebos nobles y de sangre real, proveyó todo lo necesario para su sustento y placer desde su mesa, dándoles una ración diaria de alimentos y bebidas. Sin embargo, Daniel y sus tres compañeros, fieles a sus convicciones, rechazaron los manjares del rey y prefirieron alimentarse solo de legumbres.

En sus visiones, San Bernardo veía al demonio de la gula acechando en los monasterios, tentando a los monjes con festines y banquetes. Les mostraba platos exquisitos y copas rebosantes, susurrándoles que una vez satisfechos, se encontrarían demasiado débiles para resistir otras tentaciones. En estos momentos, San Bernardo instaba a sus hermanos a seguir el ejemplo de Daniel, resistiendo las tentaciones y manteniéndose firmes en su fe y disciplina.

Así, San Bernardo luchaba no solo con la palabra, sino también con el ejemplo, mostrando que la templanza y la moderación eran claves para una vida de virtud y devoción. Recordaba a sus monjes que un cuerpo saciado y indulgente se convertía en un alma proclive al pecado. Al mantenerse vigilantes y moderados, podían resistir no solo la gula, sino también todos los demás vicios que la acompañaban.

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