su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

Las vestiduras de la mujer honesta han de cubrir todo el cuerpo,

 

El Reverendo. Padre Loscano, de la Orden de mi gran Padre y Patriarca Santo Domingo, refiere que, estando a punto de predicar un Ministro de Dios, se le apareció un demonio en figura humana y le dijo: “Lo que has de predicar es leer esta carta que te traigo del infierno”. La carta decía así:

"Los príncipes del infierno: A vosotros, los predicadores y confesores, os damos las gracias por lo mal que ejercéis vuestros oficios; pues vosotros, junto con las personas a quienes confesáis, venís al infierno a ser nuestros compañeros."

Notad bien estas palabras.

A la venerable Madre Marina de Escobar le dijo el Señor: “Como este confesor fue tan permisivo con aquellos a quienes confesaba, ahora lo tengo en un lugar muy estrecho y con grandes penas.” Nuestro Seráfico Doctor San Buenaventura dice que es una extrema demencia que el hombre condene su alma por no desagradar a las criaturas terrenas.

Algunas mujeres engañadas dicen que usan sus trajes profanos para complacer a sus maridos. Estas, dice Tertuliano, viven engañadas y no dicen la verdad, porque sus maridos no desean que ellas sean escandalosas ni apetecidas por otros: Sujétense a sus esposos y estarán suficientemente adornadas. Además, primero es Dios que su marido; primero su Creador, que su padre terreno, como lo dice San Agustín en su libro:"Debe amarse al padre, pero al Creador, ante todo")

Las vestiduras de la mujer honesta han de cubrir todo el cuerpo, de tal modo que solo se le descubran las manos y la cara. Así iba vestida la Reina de los Ángeles, MARÍA Santísima, como se dice en la Divina Historia de la Mística Ciudad de Dios. Así también labraron los ángeles la sagrada imagen de la Virgen Santísima del Pilar de Zaragoza, ajustándole el cuello con unos botoncillos muy honestos. Hasta los pies de las mujeres honestas deben ir cubiertos, de tal forma que no se vean del todo, como se muestra en la misma Santa Imagen.

La Sagrada Escritura dice que las sandalias de Judith arrebataron los ojos del torpe Holofernes y cautivaron su alma.

Finalmente, prevengo que no excusa a las mujeres profanas decir que no desean ser apetecidas por ningún hombre ajeno, porque San Agustín dice que también les está prohibido el querer que las deseen.

 Que el Señor Todopoderoso las desengañe del todo, para ser honestas en lo interior y en lo exterior. Amén. 



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