su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

"El Fuego Purificador: Justicia Divina y el Camino a la Perfección"

 

Habiendo las almas santas del Purgatorio triunfado en vida de su enemigo, el demonio, no es justo que caigan en sus manos en el otro mundo para ser atormentadas por él. Si Dios permite que, en la carrera mortal, los justos sean tentados y perseguidos por aquel maligno espíritu, no lo permite en la otra vida, porque aquí es lugar de prueba y pelea, y allí, de término y recompensa.

Por ello, es Dios mismo quien enciende y con su aliento aviva el fuego del Purgatorio, que castiga y purifica a aquellas hijas escogidas de la gracia. 

Y aunque las ama tiernamente, sin embargo, les hace probar los efectos más rigurosos de su justicia. ¿Y nos quejaremos nosotros si Dios, de cuando en cuando, nos visita con alguna tribulación en esta tierra?

Dice un profeta que Dios está en el fuego y que, como un artífice, derrite y purifica en ardiente crisol la plata y el oro, colándolos para fundirlos y reducirlos a vistoso trabajo. Así, entre las llamas de la encendida cárcel, el Señor limpia y purifica a los hijos de Leví para hacerlos dignos de Sí. De la misma manera que un diligente escultor, a fuerza de golpes con su cortante cincel, imprime en el duro mármol las formas del original que se propone, Dios, con el severo azote de su justicia, hiere repetidas veces a aquellas almas afligidas hasta que esculpe en ellas una imagen de su perfección, que las haga dignas de la eterna bienaventuranza.

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