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La comunión frecuente es el medio más eficaz para que el alma se una a Dios. «Quien come mi carne —dice el Salvador—, vive en mí y yo en él». Este sacramento es llamado por San Bernardo "el amor de los amores".
Desead, pues, participar de él con frecuencia para llenaros de amor divino. San Francisco de Sales afirma:
«Dos clases de personas deben comulgar con frecuencia: las perfectas, para acercarse al origen de la perfección, y las imperfectas, para poder llegar a la perfección; las fuertes, para no debilitarse, y las débiles, para fortalecerse; las enfermas, para sanar, y las sanas, para no enferma.
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