su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

Los viejos enseñarán la prudencia"

 


La prudencia , se alcanza en la vejez por la larga experiencia, como dijo el Sabio: "En los antiguos está la prudencia". Y David: "Los viejos enseñarán la prudencia" (Salmo 104). Sin ella, las virtudes se convierten en vicios, por no guardar el concierto y orden que ella establece en todas ellas. Por esta razón dijo bien San Antonio que la prudencia es la que enseña a andar por el camino real, sin desviarse ni a la derecha ni a la izquierda.

San Juan Clímaco dijo: "La discreción es un conocimiento purificado de Dios para todo lo que se ha de hacer". Así, con razón se compara la prudencia al espejo, en el cual se ven las cosas con claridad. 

Mirándose en él, el hombre corrige lo que le está mal y reafirma lo que está bien. No solo se ve a sí mismo en ella, sino también a los demás, como dijo el Sabio en Proverbios 27: "Como el rostro se ve en el agua, así el sabio y prudente ve cómo son los otros". Por esto queda claro que la prudencia es la virtud de las virtudes, ya que las concierta y ordena. Además, no solo hace que se obre el bien, sino que se obre bien, en el momento y de la manera conveniente, considerando todas las circunstancias debidas.

Como dice el Sabio: "Mejor es el prudente que el fuerte". Y en otro lugar: "El siervo prudente mandará a los hijos, y ellos le obedecerán". Es necesaria para todos, y aunque los jóvenes pueden suplirla con obediencia y consejo, los ancianos que rigen y aconsejan a otros la necesitan aún más. Porque, como advierte el Evangelio: "Si el ciego guía a los ciegos, todos caerán en el pozo".


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