su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

¿cómo serán los Santos ya en el Cielo de lo que aquí admiramos?

 


Oh vida!, las proezas y triunfos de los Santos, y principalmente las singulares victorias y favores de María, su Reina, Señora y Madre. No tenemos entre las miserias de este mundo y vida algo que más retrate, ni fe parezca entre lo de aquí al Cielo, como la música; pero Jesucristo, con sus distancias. Aquí la armonía de los cielos, o los instrumentos juntos, suspende. ¡Oh!, ¿cómo serán los Santos ya en el Cielo de lo que aquí admiramos? Más sin comparación, que el cortefano que se oye en la Capilla Real, con las más delicadas voces, que llegan aquí a desmayarse, y después se oye la rústica zanfoña o ronca voz del pastor o del villano. Es dicho común que el amor y el gozo hacen música aún a los que no la son; ¿qué será el amor eterno y ardiente, el gozo mayor de cuantos pueden gozar Ángeles y hombres, que melodía, que suavidad no inundará en aquella Angelical y Celestial Capilla?

No hay duda, sino que parece un Cielo Santo, al hablar una fiesta en un bosque de los monumentos cercado de fieras tan altas en canal, que con dificultad se ven de tras de las travesuras del cielo, cuánto más el Sol, tan por Puerto Blanco

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