su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

Antes de obrar, consulta; y después de consultado, obra pronto

 


Pero la diabólica prudencia es la de los soberbios, que saben engrandecerse. De los cuales dijo Job: "Vi al loco plantado en la tierra con firme raíz, y luego maldije su hermosura". Y de todas ellas dijo Cristo: "Los hijos de este siglo son más prudentes que los hijos de la luz; y toda sabiduría de este mundo es locura ante Dios".

Otros hay que quieren tanto saber y observar las cosas, que se pierden en sus razonamientos y terminan errando al final. Por eso dijo el Sabio: "Pon medida a tu prudencia". Y así dijo San Agustín: "Antes de obrar, consulta; y después de consultado, obra pronto, para que no surja alguna falsa prudencia y te haga cambiar de parecer. Porque la tardanza suele ser causa de error, ya que al mirar demasiado las cosas, surgen sospechas y precauciones excesivas que hacen errar el negocio".

Así lo dijo también el Abad Moisés (Collationes, segunda): "Es un antiguo proverbio que los extremos son vicios iguales. Por ejemplo, no ayunar o ayunar demasiado son iguales, porque quien ayuna demasiado termina por no ayunar. De modo que tanto monta ayunar en exceso como no ayunar en absoluto". Lo mismo podemos decir del dormir o no dormir, etc.

Luego, los vicios que contradicen a la prudencia son muchos. De todos ellos se entiende lo que se dice de las vírgenes necias, que no tomaron aceite consigo.

Las falsas prudencias nos enseñaron los antiguos. Por ejemplo: Caín, que llevó a su hermano al campo, donde pudo matarlo a solas. Raquel, que se sentó sobre el aparejo del camello y fingió estar enferma para engañar a su padre y que no encontrase los ídolos. Tamar, que se disfrazó para engañar a Judá. Amnón, que engañó a su hermana Tamar para forzarla.

Falsa prudencia era también la de Absalón, que sobornó al pueblo para 

rebelarse.


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