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Qué hermoso al oír aquellos cánticos del cielo , cuando llegas a la gloria,melodía que se cantan en el Cielo, en alabanza del Rey eterno por los coros y ciudadanos celestiales.O bien, ¿cómo sería cantar yo mismo, si mereciera ser parte de ellos, asistiendo a mi Rey y Señor, en esa melodía que resuena en su presencia?
¡Qué himnos! ¡Qué dulces instrumentos! ¡Qué motetes! ¡Qué suavidad! Viva y resuene la melodía eternamente en la Ciudad libre de Dios, formada en acordes corales, dulcísimas capillas, donde los ángeles y hombres, ya felices y eternamente en el cielo, cantarán. Los ángeles, tomando voz humana, formarán los más dulces instrumentos para celebrar las alabanzas de su Dios, y responderán los justos con sus voces, no ya con una u otra como aquí, sino que todos podrán formar las que deseen: tiple, bajo, tenor, contralto, y otras, que aquí no alcanzamos a imaginar. Unos oirán unos y otros oirán otros de aquellos coros celestiales, sin que la distancia los interfiera.
Serán voces de excelente sonoridad, sin imperfección ni vicios, como los que aquí padecen las voces humanas, sometidas a las injurias del tiempo y otros accidentes. Serán himnos y canciones perfectas, llenas de pensamientos elevados, pues la materia de estas canciones serán los elogios de su Dios.
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