su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

El resplandor celestial en el umbral de la muerte

Queridos hermanos y hermanas,

 de Romula, una virgen fiel que, en el umbral de su muerte, experimentó la cercanía de lo celestial. Esta historia nos invita a pensar en el misterio de la muerte y la presencia de Dios en esos momentos tan trascendentales de nuestra vida.

Romula, una mujer de fe, estaba próxima a su muerte cuando muchos seres celestiales entraron en su aposento. Aunque los presentes no podían ver a estos seres divinos debido a la intensa luz que los rodeaba, sentían su presencia por la suavidad y el perfume que llenaban el aire. Este detalle nos habla de la cercanía de Dios en los momentos más difíciles, de cómo Él envía a sus ángeles para consolarnos y guiarnos, incluso cuando no podemos verlos.

Hermanos y hermanas, esta historia nos ofrece varias enseñanzas profundas que quiero compartir con ustedes.


1. La presencia de lo divino en nuestros últimos momentos

Romula experimentó algo que muchos santos han experimentado antes de partir: la presencia de seres celestiales que la acompañaron en el umbral de la muerte. Aunque no podemos ver el mundo espiritual con nuestros ojos físicos, la fe nos enseña que no estamos solos, incluso cuando nos enfrentamos a la muerte. Dios, en su infinita misericordia, no nos abandona en los momentos más cruciales de nuestra vida. Los ángeles y los santos nos acompañan, y su presencia, aunque invisible, se manifiesta a través de la paz, la suavidad y el perfume de su consuelo

Cada uno de nosotros, al llegar a ese momento final, puede sentir la cercanía de Dios de manera única, según nuestra fe y apertura a su amor. La muerte no es el final, sino el comienzo de una nueva vida, y en ese momento, Dios nos recibe con los brazos abiertos.

2. El perfume divino como signo de la gracia de Dios

El perfume que Romula y los presentes percibieron es una imagen de la gracia que Dios derrama sobre sus hijos. Este perfume es un signo de la pureza, la paz y la bendición de Dios. A menudo, en la vida cotidiana, cuando estamos en oración o en contacto con lo divino, podemos experimentar una paz interior que nos envuelve, una sensación de calma y cercanía a Dios, que puede ser tan real como el perfume que Romula sintió. La gracia de Dios, especialmente en momentos de dificultad, es como un perfume que llena nuestro ser de consuelo y esperanza.

3. La música celestial y la esperanza de la vida eterna

El cuarto día después de la muerte de Romula, se escucharon voces en la plaza, cantando en coros de hombres y mujeres. Esta imagen nos habla de la realidad de la vida eterna. Romula, al partir de este mundo, fue recibida en el cielo con cantos de alegría y celebración, porque en el cielo hay una fiesta continua por cada alma que llega a la presencia de Dios. Las voces que cantaban en la plaza eran una manifestación de la alegría celestial por la salvación de un alma. Nos recuerda que nuestra vida en la tierra es solo un paso hacia la eternidad, y que la verdadera alegría y la verdadera paz nos esperan en la presencia de Dios.

Hermanos y hermanas, la historia de Romula nos invita a vivir nuestra vida con la mirada puesta en la eternidad.

Cada momento que vivimos, cada acción que realizamos, nos acerca más a esa gran fiesta celestial. Al igual que Romula, todos nosotros tenemos un destino eterno, y ese destino está lleno de la luz y la paz de Dios. Al acercarnos a la muerte o enfrentar las dificultades de la vida, recordemos que no estamos solos: los ángeles nos acompañan, la gracia de Dios nos rodea y la vida eterna nos aguarda.

Que, al igual que Romula, podamos testificar con nuestra vida la cercanía de lo divino y mantener la esperanza de que, al final, seremos recibidos en la casa de nuestro Padre, ro

deados de luz y amor.

Amén.


Comentarios