su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

San Miguel: Protector y Defensor Celestial

 Inmediatamente después de que Dios crea al alma, la presenta a San Miguel, quien la recibe con gran alegría. San Miguel, como un ángel protector, la acepta con gusto y la encomienda al cuidado de Dios. Esta acción es especialmente significativa ahora, después de que Cristo se encarnó para redimir a las almas.

Cristo, quien soportó muchos sufrimientos con su cuerpo y sangre, eligió al alma para que fuera su morada y la destinó a gozar de la bienaventuranza eterna, alabando a su Majestad junto a los mismos ángeles. Así lo enseña la Santa Iglesia, que afirma que San Miguel representa a las almas en la luz santa. Este mismo arcángel las presenta a Dios en la claridad eterna, tras haber sido liberadas de las tinieblas del mundo.

No se debe despreciar otro sentido de su papel. San Miguel es el príncipe y custodio general de la iglesia de Cristo, como lo expresa la Escritura: "Yo custodio el pueblo de Dios, y el Rey Cristo me ha mandado". A San Miguel le corresponde velar por el bienestar de los fieles, defendiendo a los niños y a los creyentes de los demonios y peligros, para que lleguen a la fuente del bautismo.

Cuando los fieles reciben este sacramento, son hechos partícipes de Cristo. San Miguel los presenta como hijos a la Santa Madre Iglesia y los coloca en la congregación de los fieles, guiándolos por el camino recto hacia la Jerusalén celestial. De igual forma, nuestra Madre Iglesia ruega por las almas en el Purgatorio. San Miguel, como guardián del Paraíso y custodio de las almas, las conduce hacia la gloria eterna.

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