su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

"El Camino del Arrepentimiento: Las Lágrimas de Magdalena y la Redención del Alma"

Llenándose de arrepentimiento y dolor, María Magdalena, como menciona San Efrén, se dirigió a los pies de Jesús para buscar redención. Su tristeza era tan profunda que prorrumpió en sollozos y derramó abundantes lágrimas, con las cuales lavó los pies del Señor.

El Castigo a la Vanidad

El quinto grado de su arrepentimiento fue castigar su vanidad y vanagloria. Reconociendo que había dado demasiada importancia a su apariencia y adornos, decidió cortar sus cabellos, que antes habían sido objeto de orgullo, y los ofreció en presencia del Señor. Se reprendía a sí misma por su pasado, diciendo:

"Oh cabellos míos, que servisteis a la vanidad, desde ahora sed instrumento de humildad. Limpiad los pies de mi Salvador y no volváis a ser motivo de pecado."

Pensando en la dificultad de acercarse a Jesús sin haber sido llamada, se llenó de temor y vergüenza. No obstante, con gran temblor y reverencia, besó los pies del Señor.

Un Ardiente Amor por Dios

El sexto grado de su penitencia fue un fervoroso amor por Dios. Para expiar los amores mundanos que había vivido, besó los pies del Señor y los ungió con perfume. Con humildad y arrepentimiento, se dijo a sí misma:

"Señor, ya no quiero otro amor que no sea el tuyo. Antes, me llenaba de orgullo por la mirada de los hombres, pero ahora solo quiero ser vista por Ti. Si antes me avergonzaba de mostrar mi alma a Dios, ahora venzo esta confusión para alcanzar mi salvación."

Se determinó a despreciar las riquezas y placeres del mundo, entendiendo que el Reino de Dios es eterno y verdadero, mientras que el del mundo es fugaz y dañino. Por ello, con profunda fe, exclamó:

"Jesús, perdóname y ten misericordia de mí."

Satisfacción por los Pecados de Ignorancia

El séptimo grado de su penitencia fue ofrecer satisfacción por los pecados cometidos por ignorancia. Como signo de su expiación, ungió al Señor con perfumes, mostrando así su devoción y arrepentimiento sincero.

San Bernardino explica que María Magdalena no se dejó vencer por la murmuración de los invitados al banquete donde Jesús se encontraba. No le importó lo que dijeran de ella, pues su único deseo era salvar su alma.

En este relato se nos enseña la doctrina sobre el arrepentimiento y la penitencia de María Magdalena. Ella enfrentó los obstáculos que el mundo, el demonio y la carne le presentaban, pero logró vencerlos con su determinación y amor por Dios. Su ejemplo nos muestra el camino del arrepentimiento sincero y la redención divina.


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