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En los últimos términos de su duración, aquellos que se encuentran en el Purgatorio sienten profundamente la privación actual de la gloria divina que aún les pertenece, y la sensación del castigo debido a las ofensas que cometieron contra Dios. La conformidad que tienen con la voluntad divina no les elimina el sufrimiento de este dolor, porque, aunque voluntariamente acepten la pena, también sienten un castigo penal por sus faltas. Dios no desea castigar a nadie, sino que la voluntad de la persona es la que provoca el sufrimiento debido a su pecado y su falta de satisfacción por la deuda contraída.
Este sufrimiento es descrito como una pena horrorosa, especialmente cuando se consideran todas las circunstancias que la rodean. Aquellos que no se han mortificado en vida ni han aceptado las penalidades que les sobrevienen, experimentan un dolor aún mayor al enfrentar lo que les espera en el Purgatorio. Si no han satisfecho adecuadamente la justicia divina, deben purgar su deuda a través de la penitencia, la cual, aunque es difícil, puede ser fácilmente pagada si se lleva a cabo con la debida disposición.
El dolor será intenso, ya que aquellos que llegan al final de su vida y no han satisfecho la justicia de Dios, se verán privados de la visión beatífica. Además, se lamentarán al darse cuenta de que sufren por sus propios pecados, los cuales desconocían en su gravedad mientras vivían. Prevenir este daño es vital, ya que es mucho mejor aceptar el castigo en vida que esperar sufrirlo de manera eterna. Los que no satisfacen la justicia de Dios en vida enfrentan, inevitablemente, un sufrimiento mucho mayor.
Se apela a la compasión cristiana, instando a las personas a reconocer el daño irreparable que resulta de la falta de correspondencia con los auxilios divinos. Aquellos que, por negligencia, no han cumplido con las obras penitenciales que podrían haber mitigado su sufrimiento, se verán en la necesidad de padecer hasta que se cumpla la pena. La solución está en orar por ellos y ayudar a abreviar su sufrimiento con oraciones y sufragios, lo cual es fácil para quienes aún viven, pero de suma importancia para aliviar su sufrimiento y acelerar su purificación.
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