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estamos en un mundo de mucha confusión y oscuridad. Necesitamos aclarar qué hacer cuando hay que clarificar. Lo que voy a hacer ahora es leer el catecismo de la Iglesia Católica, porque cuando hay tinieblas, ¿quién nos puede dar luz? La Iglesia. ¿Y dónde nos da luz? En lo más fundamental, que es su doctrina. La doctrina contenida en el catecismo, que resume la enseñanza de la Iglesia.
Nos encontramos en un mundo donde existe el sincretismo. Es muy difícil encontrar, a veces, católicos que practiquen cosas que son totalmente paganas. Dicen, "esto es tradición de un pueblo", pero se puede aceptar la tradición de un pueblo siempre y cuando no contradiga la ley de Cristo, la ley de Dios. Para un católico, se toma lo que puede servir, pero se rechaza lo que se contrapone con Dios. Esto es lo que hay que hacer siempre. La Iglesia lo hizo durante la evangelización de las culturas. Las cosas se tienen que adaptar a Cristo. Es la adaptación de nosotros a las verdades que Jesús nos enseña.
Entonces, estamos en un mundo muy difícil. Ustedes saben, yo estuve en Bolivia, viví allí y conocí comunidades en Paraguay, Bolivia y la parte de Brasil, donde hay mucha magia negra, supersticiones, maleficios, hechizos, veladoras, ajos y todo tipo de prácticas. Todo eso, que renunciamos nosotros los segundos y cuartos sábados del mes, está allí plasmado. Es una mezcla tremenda, y eso ofende mucho a Dios. Lo vamos a ver ahora en el catecismo. El primer mandamiento prohíbe honrar a dioses distintos del único Señor, que es el que se ha revelado a su pueblo. Proscribe la superstición y la irreligión. La superstición representa, en cierto modo, una perversión. Ser supersticioso es una perversión, dice el catecismo. El pecado por exceso de religión es dar culto a quien no corresponde, y por defecto es no dar culto a quien corresponde, que es a Dios.
La irreligión, no tener religión, es un vicio opuesto a la virtud de la religión. Puede afectar, según el catecismo, al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se atribuye una importancia de algún modo "mágica" a ciertas prácticas. Por otra parte, aunque sean legítimas y necesarias, a veces se hacen cosas como "reza 10 veces esta oración y obtendrás infaliblemente tal cosa". ¡Cuidado! Si entendemos bien la diferencia, es porque tenemos vida espiritual. A ver la diferencia: "Repite esto nueve veces y obtendrás lo que pides infaliblemente", como un truco. Eso es considerar la oración en forma mágica. Eso no es culto católico. Haz una novena a la Santísima Virgen, pidiendo y suplicando humildemente, y si Dios ve que eso es un bien para ti, te lo concederá si lo haces con fe, humildad y perseverancia.
Ah, ¡cómo cambia! Si tenemos esa mentalidad, hay que sacarla también. No se puede reducir la eficacia de las oraciones y sacramentales a una simple materialidad. Si echas agua bendita aquí, no significa que irremediablemente te irá bien en el trabajo y la salud. No, mi hijito. Puedes echar litros de agua bendita, pero hay que ver qué hay en tu corazón cuando lo haces. Hay que ver si tienes la fe de la Iglesia. La fe en un sacramental que actúa según las disposiciones de quien lo está ejecutando. Yo lo hago con amor, sabiendo que esto es una bendición, porque me recuerda al bautismo, porque aleja al demonio, porque está relacionado con la gracia de Cristo. El demonio huye por la fe que tú pones al usar el sacramental. Cambió totalmente, padre.
¿Este granito de sal dónde lo pongo? ¿Y de qué manera? Este granito de sal tiene que estar en una tapa, o bajo la tapa... A ver, todos son cosas materiales, sí. Úsalas, pero con el sentido que tienen. Nosotros somos la sal de la tierra y la luz del mundo. Significan las virtudes, la santidad de Cristo y del cristiano, que debe tenerlas. Y eso también hace que el demonio huya de lo que la Iglesia instituyó como sacramental. Pero tiene que estar la fe católica en esa ejecución.
La fe católica... seguimos un poquito más, pero necesito leerles. En tiempo de tinieblas, hay que prender la luz, y la luz la da la Iglesia. El primer mandamiento condena el politeísmo, de forma simple. Exige al hombre no creer en otros dioses que el Dios verdadero, y no venerar otras divinidades, sino sólo al único Dios. La Escritura recuerda constantemente este rechazo de los ídolos: oro, plata, obra de las manos de los hombres, que tienen boca y no hablan, ojos y no ven. Dios, por el contrario, es el Dios vivo que da vida e interviene en la historia.
Las imágenes son divinas desde el momento en que Dios se encarnó, pero no cualquier imagen se puede venerar. Son las imágenes que define el Concilio de Constanza, que ya voy a decir ahora. No cualquiera se puede venerar. La cruz de nuestro Señor Jesucristo, por ejemplo, se puede adorar solo el Viernes Santo, porque es un instrumento unido a la humanidad de Cristo, que hace una sola cosa con la parte humana de Cristo, que es adorable solo el Viernes Santo. No sé si ya lo sabían. Yo creo que ya lo he explicado antes.
Luego, la Santísima Virgen, los santos y los ángeles, como imágenes, y luego las reliquias, que son otra cosa, pero no cualquier imagen. No puedo venerar cualquier imagen. No puedo adorar cualquier imagen. La idolatría, por eso, es una perversión. La Iglesia evangeliza con las imágenes. Evangeliza con una estampilla, con una moneda, con un billete, con una estampa, con la liturgia. Nos enseña los signos y los símbolos. Siempre la Iglesia ha querido evangelizar, porque a la gente hay que darle cielo, no tierra. En las imágenes, no le damos el mundo al mundo. A través de una imagen le damos Dios al mundo, le damos cosas divinas al mundo, para que las mire, las toque y las enseñen.
Como en las catedrales del Medioevo, todo con imágenes, para que la gente, al ver eso, sea catequizada. Todo lo que se imprime, todo lo que se enseña y se muestra en la Iglesia, es para mostrar a Dios, para hacer que las personas no se olviden de Dios y no se apeguen a la tierra. Por eso, darle tierra a la tierra, o darle criaturas a las criaturas, no le damos nada. Hay que dar Dios al mundo, o darle lo increado a lo creado, que corresponde. Hay una relación inmediata entre uno y otro.
La idolatría es una perversión del sentido religioso innato en el hombre. El idólatra es el que aplica cualquier cosa a cualquier Dios y destruye la noción de Dios. Dios puede revelarse a sus profetas y a otros santos. La actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la Providencia, en lo que se refiere al futuro, y en abandonar toda curiosidad malsana respecto de las adivinaciones. Sin embargo, la imprevisión puede constituir una falta de responsabilidad.
Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satanás, a los demonios. Esto está en el catecismo. La evocación de los muertos, otras prácticas que equivocadamente se suponen que desvelan el porvenir. Todo lo que quiero saber sobre el futuro, como los signos, la consulta del horóscopo, es pecado. La astrología es pecado. La quiromancia es pecado. La interpretación de presagios y de suertes es pecado. El recurso a los médiums es pecado. Encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia, y finalmente los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados con temor amoroso, que solo debemos a Dios.
Sigo... todas las prácticas de magia o de hechicería. Estoy leyendo todos los números seguidos del catecismo. Ahora estoy en el 217. Todas las prácticas de magia o hechicería, mediante las cuales se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo, aunque sea para procurar la salud, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de hacerle daño a otro.
Recurrir al espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas, por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales o alternativas no legitima ni la invocación de potencias malignas ni la explotación de la credulidad del prójimo.
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