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Los ángeles, tanto los fieles a Dios como los caídos, no tienen permiso de manifestarse físicamente ni de comunicarse directamente con palabras audibles. Esto solo ocurre en casos extraordinarios, pero no es lo común. Sin embargo,
los ángeles sí pueden comunicarse con nosotros a través de sensaciones mentales, pensamientos, ideas o recuerdos que pueden influir en nuestra mente. Aunque pueden sugerir impulsos y deseos, no tienen el poder de controlar nuestra voluntad ni de obligarnos a actuar.
Por ejemplo, un ángel caído puede provocar en una persona el deseo de hacer daño, pero no puede obligarla a cometer el acto. Solo puede influir en su mente y ofrecerle razones para justificarlo. No pueden manipular directamente nuestras emociones, pero sí nuestros pensamientos, y a través de estos, pueden afectar cómo nos sentimos. De ahí expresiones como "me late que esto es así" o "siento que este es el camino correcto", que pueden ser influencias tanto de ángeles santos como de ángeles caídos, almas errantes o incluso almas condenadas.
Por esta razón, es fundamental discernir el origen de nuestros pensamientos y emociones. A veces, las personas se asustan por los pensamientos que tienen, creyendo que son suyos, cuando en realidad pueden ser simples tentaciones intelectuales que no ofenden a Dios si no se aceptan en el corazón.
Los ángeles, tanto buenos como malos, pueden traer imágenes a nuestra mente, ya sean recuerdos propios o imágenes nuevas. Pueden influenciarnos con fragmentos de historias o situaciones que no hemos vivido, generando emociones y respuestas en nosotros. Los ángeles santos buscan guiarnos al bien, mientras que los ángeles caídos intentan llevarnos al mal, pero en última instancia, seguimos siendo libres de decidir qué camino tomar.
Dado que nuestras acciones y palabras dependen en gran medida de lo que sentimos, y lo que sentimos está influenciado por lo que pensamos, es clave aprender a controlar nuestros pensamientos. Los espíritus malignos, al no poder controlar directamente nuestras emociones, intentan manipular nuestros pensamientos para generar emociones negativas y falsas percepciones de la realidad. Por eso se habla de las "mentiras satánicas", engaños que parecen verdades y nos llevan a tomar decisiones erróneas.
Si una persona acepta estos pensamientos sin discernimiento, puede vivir en un estado de desorden mental y emocional, lo que se reflejará en su vida diaria. Muchas enfermedades y conflictos personales surgen de este desorden, que a su vez proviene de pensamientos erróneos o manipulados.
Los enemigos de Dios saben que si logran alterar nuestra manera de pensar, pueden mantenernos en un estado de confusión, enfermedad o conflicto. Esto se manifiesta en reacciones exageradas o desproporcionadas en las relaciones familiares y personales. Los padres con los hijos, los esposos entre sí, amigos y compañeros pueden experimentar conflictos innecesarios debido a interpretaciones distorsionadas de la realidad.
Por eso, es vital aprender a controlar nuestros pensamientos y examinar su origen. Al hacerlo, podemos evitar caer en engaños y manipulaciones que nos alejan de la verdad y de una vida en armonía.
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