su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

De Esclavos de la Lujuria a Señores para cristo

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Has sentido alguna vez que lo que te atrae… también te destruye?

Muchos viven hoy atrapados en un fuego que nunca se apaga: la lujuria. Creen que están explorando el amor, pero solo se están perdiendo. Confunden deseo con cariño, atracción con conexión, placer con plenitud.

> “Porque todo lo que hay en el mundo—los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida—no proviene del Padre, sino del mundo.”

1 Juan 2:16

La lujuria te promete intensidad, pero solo deja vacío. Cada imagen que consumes, cada cuerpo que buscas sin alma, cada experiencia vacía… es una cadena más. Y lo peor: empiezas a pensar que eso es libertad. Pero no lo es.

La libertad no es hacer lo que quieras sin límites.

La libertad es tener el poder de decir “no” a lo que te destruye.

Imagina a alguien que cada noche busca consuelo en un cuerpo distinto. En el momento siente poder, conquista, fuego. Pero al día siguiente, el silencio pesa. El corazón está más hueco. Cada conquista se convierte en una herida más. Y aunque promete no repetirlo, lo vuelve a hacer. Porque ya no es él quien decide… es el deseo el que lo lleva. Ya no disfruta: sobrevive.

> “Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.”

Juan 8:34

Esa es la trampa. Lo que parecía libertad, se vuelve cárcel. Lo que ofrecía calor, se convierte en ceniza.

Pero Dios no nos dejó para vivir así. Él no te creó para ser un esclavo de tus impulsos. Hay una fuerza mayor que la lujuria. Hay una pureza que no es represión, sino poder. Una pureza que no te quita vida, sino que te la devuelve.

> “Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”

Juan 8:36

Cuando el alma despierta, el cuerpo ya no manda. Cuando Dios gobierna, los impulsos ya no reinan. El Espíritu Santo no viene a aplastarte, viene a levantarte. No viene a señalarte, viene a sanarte.

> “Porque Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”

2 Timoteo 1:7

Tú puedes recuperar el control. No por tu fuerza, sino por Su gracia. Tú puedes volver a mirar con pureza, a amar con verdad, a sentir con propósito.

Porque el amor no destruye, el amor edifica. El deseo pasa, pero el amor permanece.

Hoy tienes una elección: arder sin control o encenderte con propósito. Ser marioneta de tu carne o dueño de tu alma. Dios te llama a más. A ser fuego que ilumina, no que consume.

Ora conmigo:

Señor Jesús, reconozco que he caído en cadenas que prometían placer pero solo me dieron vacío. Perdóname por buscar en lo temporal lo que solo Tú puedes llenar. Límpiame, libérame, renuévame. Enséñame a amar como Tú amas, a ver como Tú ves, a vivir con dominio propio. Hazme libre de verdad. Lléname con Tu Espíritu, y hazme fuerte donde antes fui débil. Hoy decido seguirte con todo mi ser. En Tu nombre oro, amén.


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