su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

El Glorioso Martirio de San Crisógono y Santa Anastasia: Triunfo de la Fe sobre la Persecución



San Crisógono le dijo Anastasia al momento de su martirio  ;

"Se acerca el fin de mi vida, acuérdate de mí. Ora a Dios para que reciba mi alma en sus manos cuando sea separada de mi cuerpo, pues por su amor soporto tormentos."

San Crisógono le contestó:

"Después de las tinieblas viene la luz; así, después de la enfermedad, regresa la salud, y después de la muerte, la vida. Tanto las desgracias como las riquezas de este mundo tienen un fin, para que los miserables no desesperen ni los ricos se enorgullezcan. Alégrate, sierva de Jesucristo, porque tu peregrinación ha estado llena de aflicciones e infortunios; pero al final descansarás y se cumplirá tu deseo: irás con el Señor Jesucristo a gozar de la gloria del martirio."

Después de esta conversación, Anastasia fue arrestada por orden del gobernador y mantenida en prisión durante dos meses. Luego, fue puesta en un barco junto con doscientas mujeres para ser ahogadas en el mar. Sin embargo, Dios, en su maravilloso designio, guió la nave hasta la isla de Palmaria, donde Anastasia y las demás mujeres fueron nuevamente encarceladas y sometidas a diversos tormentos por orden de otro gobernador.

Santa Anastasia fue finalmente liberada de aquella prisión, pero más tarde fue atada a cuatro postes y cruelmente estirada por las manos y los pies. Luego, encendieron un fuego bajo su cuerpo, que lentamente la privó de la vida terrenal, permitiéndole alcanzar la vida eterna. Su cuerpo, medio quemado, fue embalsamado con preciosos ungüentos por una mujer llamada Apolonia, quien lo envolvió en una sábana blanca y lo sepultó en un huerto. Posteriormente, se construyó una iglesia en su honor en ese lugar.

El martirio de Santa Anastasia ocurrió alrededor del año 300 d.C., el 25 de diciembre. Como en ese día la Iglesia celebra la Natividad del Hijo de Dios, se hace una conmemoración especial de Santa Anastasia en la segunda misa de la festividad.

Por otro lado, San Crisógono fue llevado ante el emperador Diocleciano en la ciudad de Aquilea, donde muchos cristianos fueron ejecutados. Diocleciano le ofreció cargos honoríficos y riquezas a cambio de adorar a los dioses y ofrecerles sacrificios. A esto, San Crisógono respondió:

"Yo solo adoro a un Dios verdadero..."


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