su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

Dios creó al hombre bueno, pero el pecado lo llevó al daño y la hechicería

 

Es totalmente cierto y sin duda alguna que Dios creó al ser humano con gran dignidad, a su imagen y semejanza. Todo lo que Dios hizo era bueno, como dice el Génesis:

"Y vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno." (Génesis 1,31)

Dios puso al hombre por encima de toda la creación, y todas las cosas le obedecían. Pero cuando el hombre pecó y se rebeló contra Dios, todo lo creado también se rebeló contra él. Incluso el propio ser humano empezó a hacerse daño a sí mismo y a los demás.

Esto es algo tan antinatural, que ni los animales salvajes actúan así. Por ejemplo, los leones o los lobos no atacan a los de su misma especie. En cambio, el hombre, siendo tan racional y dotado por Dios con inteligencia, memoria y voluntad, daña a otros hombres.

Lo más grave es que muchos se unen al demonio, enemigo de Dios y del ser humano, para hacer mal a otros mediante hechicería y maleficios. Este tipo de daño es de lo más cruel y detestable que existe.

Las leyes antiguas incluso dicen que es peor matar a alguien con veneno que con un cuchillo, porque lo primero es oculto y traicionero.

Dos formas de causar daño

Los seres humanos pueden dañarse entre sí de dos maneras:

1. De forma natural o física, por ejemplo, cuando una persona enferma contagia a otra por medio del aliento o el contacto cercano. Esto ocurre por causas naturales y no es pecado ni brujería. Estos casos deben ser tratados por médicos con medicamentos apropiados.

2. Por medio de hechicería o superstición, que es cuando el daño no tiene explicación natural, sino que se produce mediante pactos con el demonio, con el fin de perjudicar a otros. Esta es la forma que más ofende a Dios y al prójimo.


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