su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

El Pecado y la Redención del Asno

En una ciudad lejana, un joven converso al catolicismo caminaba por un campo al atardecer. Mientras meditaba sobre sus nuevos principios, escuchó un sermón lejano de un predicador. Intrigado, se acercó al lugar y escuchó atento las palabras que le hablaban del amor de Dios y la importancia de evitar el pecado.

El predicador dijo:
—En todas las criaturas de la tierra, el amor y la obediencia a Dios son fundamentales. El pecado es un veneno que corrompe lo puro, tal como un asno que, por su naturaleza, es torpe y deforme, incapaz de hacer el bien por sí mismo sin la guía de quien lo dirige. Pero, el hombre, creado a imagen de Dios, debe encontrar en su corazón la bondad y la obediencia.

El joven pensó profundamente en aquellas palabras y, al caminar más adelante, vio un asno pastando cerca de un grupo de ovejas. El asno, aunque torpe y alejado de la gracia divina, parecía en paz entre las criaturas. El joven pensó:

—Si Dios permitió que este animal existiera, sin la capacidad de razonar como el hombre, ¿cómo puedo yo, que soy libre y creado a imagen de Dios, seguir pecando? No debo seguir el ejemplo de aquellos que, como el asno, actúan sin la guía divina. Debo hacer de mi vida un sacrificio, purificarme y obedecer los mandamientos de Dios.

De repente, el joven se dio cuenta de la belleza de la creación y de la importancia de arrepentirse de sus pecados. Mientras meditaba, un pensamiento le vino a la mente: "El asno sigue su camino sin razón, pero yo, con la gracia de Dios, tengo el poder de elegir el bien. No debo ser como aquel animal que, por su naturaleza, no puede elevarse; debo ser humano, fiel a la voluntad divina."

Con renovada determinación, el joven se arrodilló en el campo, pidiendo perdón por sus pecados y rezando con fervor. En ese momento, sintió la paz del Señor en su corazón. Entendió que la salvación no llegaría por sí sola, sino que debía buscarla con arrepentimiento y fe.

Y así, aquel joven se levantó con el alma renovada, listo para caminar en la luz de la verdad y alejarse del pecado, sabiendo que la misericordia de Dios le había dado una nueva oportunidad.



Comentarios