su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

La danza consuelo para los demonios

 

Se lee en el libro séptimo del Espíritu Santo que un joven monje entró en el purgatorio de San Patricio. Allí vio tormentos horribles. Entre ellos, vio un círculo lleno de clavos agudos. Sobre ellos caminaban danzantes. Llovía fuego y azufre.

En medio de la danza, dragones desgarraban sus entrañas y los devoraban.

En el extremo del círculo, dos lobos cruelísimos les arrancaban los brazos.

El azufre ardía y salía de sus traseros.

> Cuando el ángel guía fue preguntado qué pecados habían cometido, respondió:

“Estos son danzantes. La danza es como una espada que corta por todas partes: delante y detrás, a derecha e izquierda.

Se desnudan en la danza y exhiben todo tipo de indecencia. Adornados con vanidades, no es de extrañar que sufran tales penas.”

> Cuando el monje salió y vio a algunos danzantes, clamó:

“¡Huid, carísimos! Porque la danza es fuego, y los impuros se calientan con ella. Así como el fuego no arde sin leña, tampoco la danza es placentera sin mujeres.”

La danza es una ofensa a Dios.

> Se lee también en el libro sexto del Espíritu Santo que un noble consagró a su hijo a Dios desde el destete.

El joven progresó en la vida religiosa, guiado por un santo abad.

Un día, orando ante la cruz del Señor, se preguntó qué cosa atraía más al pecado, y en qué se vituperaba más a Dios.

> Entonces vio una danza bellísima, rodeando la cruz, haciendo círculos:

En el primero, golpeaban los clavos del Crucificado.

En el segundo, golpeaban sus llagas con las manos.

En el tercero, alzaban la corona de Cristo y la pisoteaban.

En el cuarto, hacían lamentos como caballos.

En el quinto, escupían en el rostro de Cristo.

En el sexto, perforaban su costado.

En el séptimo, blasfemaban.

> Cuando el joven quiso levantarse para vengar tanta afrenta contra Cristo, el líder de la danza lo detuvo y dijo:

“Espera y escúchame. Tú pediste saber qué atrae más al hombre al pecado y en qué se ofende más a Dios.

Por mandato de Dios, yo, príncipe de estas danzas, vengo con mis ministros a mostrarte todos los males de la danza.

Bajo un hermoso manto, hago que se vitupere a Cristo.”

> Los pasos de la danza y cómo ofenden a Cristo:

El primer paso es con los pies: quitarse los zapatos. Así se afrenta a los pies de Cristo, tantos pasos como Él dio, se clavan en la cruz.

El segundo es la extensión de los brazos y la unión de los dedos, vituperando sus brazos.

El tercero es la corona o la barba, que pisotean.

El cuarto es el canto: en él se burlan de sus lamentos.

El quinto es la vestimenta: escupen a Cristo.

El sexto es la alegría del corazón: abren su costado.

El séptimo es el tráfico (movimiento): todo esto en burla de Cristo.

> Por eso, en la danza se ofende más a Cristo que en otras cosas. Uso todas mis armas: gestos, palabras, apariencia.

> También se cuenta en el libro séptimo del Espíritu Santo que, en una ciudad, había costumbre durante ciertas fiestas de que los jóvenes danzaran por la villa, sobre caballos de madera, con trajes vistosos.

> Un predicador advirtió que ese día era del Señor y debía guardarse del trabajo.

Pero, como no dejaron de danzar, vino una multitud de demonios en forma de jóvenes y mujeres, y se unieron a los danzantes.

Uno de los demonios comenzó a cantar:

“¡Ángeles, huid! ¡El alma está perdida! ¡Demos honra al demonio!

> Entonces se abrió la tierra y una gran llama los envolvió, llevándolos al infierno.

> Y aún más:

En el año del Señor 1113, siendo emperador Enrique II y papa Benedicto VIII, en una aldea de Sajonia donde había una iglesia de un gran mártir, en la vigilia de Navidad, el presbítero Roberto había comenzado la primera misa en el cementerio.

> Un tal Oberto, con 18 soldados y 15 mujeres, danzaba cantando canciones profanas, interrumpiendo la misa.

El sacerdote les mandó callar, pero no lo hicieron. Entonces, les maldijo diciendo:

“¡Que el santo y gran Dios os calle, y permanezcáis cantando hasta el fin del año!”


> Y así sucedió: permanecieron todo el año cantando sin cesar.

La hija del sacerdote y su hermana, que también danzaban, fueron sujetadas por los brazos, que se separaron del cuerpo sin que cayera sangre.

A pesar de todo, ellas siguieron liderando las danzas.

No les cayó lluvia,

 ni sufrieron dolor ni frío.


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