su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

El moribundo salvado por San Antonio Abad en el umbral del infierno

 


A una capilla —o pequeña iglesia cercana— dedicada a San Antonio Abad, fue llevado el cuerpo de un hombre a quien todos creían muerto. Allí, durante toda la noche, velaron su cuerpo, desviando el sueño con la tristeza y las lágrimas que vertían por el infausto suceso de su capitán y señor.

¡Mas, oh buen Dios! Apenas amaneció el día, cuando, con pasmo y admiración de todos los presentes, oyeron grandes suspiros y gemidos que salían del que creían difunto.

Y fue la causa —como él mismo refirió después— que vio una muchedumbre de demonios que estaban allí presentes. Uno de ellos intentaba ahorcarlo con un lazo en la garganta, otros lo rodeaban y ceñían como fieros leones, dispuestos a devorarlo. Todos se preparaban para llevarlo al infierno, dando como razón de su condenación el haber sido negligente y deshonroso en el cumplimiento de una promesa hecha a su difunto padre.

Jocelino, absorto de terror, clamaba con todas sus fuerzas a la divina piedad, mientras los demonios se impacientaban por llevárselo.

Pero en ese instante se le apareció un venerable anciano, de larga barba y un báculo en la mano, sobre el que se apoyaba. A su presencia comenzaron los demonios a retirarse algo del cuerpo del enfermo. Acercándose más a él, el venerable anciano increpó a los demonios por su atrevimiento, por haber hecho fuerza e injuria a su huésped en su casa e iglesia. Les mandó salir al instante, y lo hicieron, aunque de mala gana.

Cuando ya los demonios estuvieron fuera, el venerable anciano se dirigió al enfermo con gran dulzura y le dijo:

—No temas, hijo. Yo soy el patrón, defensor y protector de esta iglesia. Como huésped mío, te defenderé de toda injuria y te libraré de cualquier daño. Pero ten cuidado en no postergar más la peregrinación a Jerusalén. Procura cumplir cuanto antes el voto de tu difunto padre. Por la salud que ahora se te ha concedido, te pido esta gracia: que cuides de trasladar las reliquias de mi cuerpo desde las tierras de Oriente hasta las Occidentales.


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