su estrategia principal es atrapar al hombre en sus propias negligencias

se desvaneció en el aire, sin dejar rastro alguno, llevándose consigo su alma

 

Se cuenta en la vida de los padres que un anciano llegó a una parroquia para vender unos objetos que había fabricado. Se sentó en la puerta de la casa de un rico que yacía gravemente enfermo, al borde de la muerte, con sesenta años de edad.

De pronto, se escuchó un estruendo lejano. Una carroza negra, tirada por caballos oscuros, se acercaba velozmente por el camino. En su interior viajaban unos seres sombríos, demonios disfrazados con túnicas negras y rostros ocultos, que venían a cumplir un pacto antiguo.

A los dieciocho años, aquel hombre, cegado por la ambición, había hecho un pacto con ellos, entregando su alma a cambio de riquezas terrenales. Y ahora, llegado su último día, venían a reclamarla sin misericordia.

La carroza se detuvo justo frente a la puerta de su casa. Los demonios bajaron, entraron sin que nadie pudiera detenerlos, y al verlo agonizando, el hombre comenzó a gritar desesperado:

“¡Señor, ayúdame! ¡Ten piedad de mí!”

Pero ellos, riéndose con desprecio, se acercaron y le dijeron:

—“Tú fuiste más infiel que un pagano. Él da por ignorancia, pero tú, sabiendo, elegiste lo terrenal antes que la fe, la esperanza y el amor. Hiciste un pacto con nosotros cuando eras joven, y ahora, en la hora de tu muerte, pretendes escapar. Pero ya es tarde. Te olvidaste del Señor cuando aún podías buscarlo. Por tu avaricia y tu soberbia, ahora estás privado de su auxilio. Porque está escrito: ‘No se pide ayuda al final, sino desde el principio’”.

Entonces lo levantaron, y lo llevaron a la carroza. En cuanto su cuerpo tocó el interior, la carroza entera se encendió en llamas, y en un rugido de viento y fuego, se desvaneció en el aire, sin dejar rastro alguno, llevándose consigo su alma.

Comentarios