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Refiérese de un canónigo reglar , muy devoto de la gran Reina , que estando para morir , entró en unas intolerables congojas , porque considerando aquellas palabras :no sabe el hombre si es digno de amor ó de odio , se le apretaba el corazan de suerte , que á los circunstantes les parecia sudaba sangre .
Revolvia allá en su conciencia toda su vida pasada ; y acordándose del tiempo que podia haber empleado en atesorar para aquel trance , y que habia de pasar muy luego al tribunal , en que tan es- trechamente se ha de pedir cuenta de todos los instantes , le daban tan crueles temblores , que no habia quien no llorase de verle en tal agonía .
Estando , pues , en este paso , se le apareció la Madre de todos los consuelos, María dulcísima llena de resplandor y le dijo : no temas , hijo mio , que no serás condenado : no sabes que son muchas las veces que en vida me saludaste con la oracion de la Salve ? pues ahora justo es que Yo te asista y ampare , no dejándote en este peligroso trance : yo te ayudaré y llevaré despues á gozar de mi compañía por toda una eternidad , coronán- dote con la diadema que se coronan los santos .
Entretanto que le decia esto la gran Reina , le iba confortando el corazon , y ahuyentando de él el temor de que antes estaba tan poseido , quedando muy alegre y regocijado , con vivas esperanzas del cielo ; cierta señal de haber sido la vision verdadera y así murió en paz , pasando con tan seguro patrocinio á la gloria eterna .
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